En esta ocasión mi compañero de viaje fue Randy Savage, el macho ant de los Lasius Niger, como se definió. Cuando tomó asiento confiaba en que me dejara dormir un rato pero pronto quiso entablar conversación con la excusa del traqueteo violento del tren en su devenir por las afueras de Valladolid. Se mareaba, me informó, para acto seguido asegurarme que no me preocupara pues haría todo lo posible por no vomitar. Asentí desconfiado esperando que aquel fuera nuestro primer y último intercambio de palabras. No tuve suerte.
"Voy a buscar a mi churri al levante español, donde las chicas son fáciles y el whisky de garrafón caliente". Lo había conseguido, tenía mi atención. "La conocí en un chat. Qué retro, ¿no? Mejor en Terra que en Sexolé"
En ese instante pensé que estaba alucinando. Una hormiga que habla y que tiene dinero suficiente para viajar en bussiness de Renfe, vale. Pero que me dijera que chateaba en Terra, que lleva diez años cerrado, no me lo creo. Pensó que le tomaba por mentiroso y se ofreció a enseñarme una foto de su churri, su reina, su hole in one, comentario este último fuera de lugar, según le hice saber. No le importó. No podía dejar de mirar la foto de carné de su Puri mientras agitaba sus alas con profusión.
Por suerte, alguien salió del baño y Randy echó a volar como una centella hacia allí. "A desayunar" creo que le escuché decir. Me pareció extraño.
No le volví a ver en todo el trayecto. Mientras me distraía con su perorata sin sentido me había robado 20 euros. A todo esto, el tren paraba en Segovia.
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