Con cien torreznos por barba,
palillo en boca, soberano en copa,
no corta el campo sino rueda,
el pequeño Manolín.
Carraca vieja le llaman,
de consumo reducido,
ampliamente conocido
de Pollos a Foncastín.
La lluvia en el parabrisas golpea,
en la ventanilla ruge el viento,
y me arrebujo en mi asiento
con mi bufanda de tul.
Y va el Instagramer perezoso,
pasando de una foto a otra,
Torre a un lado, Villasexmir a popa
y allá a su frente San Pelayo.
(Que rompe la rima pero es que otra cosa no hay)
Corre, cochecito mío sin temor,
que ni tractor ni gorrino,
ni tormenta ni Vespino
a adelantarte alcanza,
ni siquiera en avión.
Mil kilómetros hemos hecho
sin repostar una vez.
Aunque el aceite he cambiado
como si fuera gratis de beber.
Que es mi coche mi tesoro,
que es mi dios la velocidad.
Mi ley la de los civiles del cuerpo,
mi única patria... my car.
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