- Estimados hijos de perra: Quizás no es la manera que te reporte más posibilidades de éxito, pero qué duda cabe que la honestidad se palpa en tan comedidas palabras.
- Admirado contratador: Todo lo contrario con esta fórmula en la que la falsedad es patente. En cualquier caso, a los encargados de recursos humanos eso les da igual siempre y cuando les doren la píldora con profusión.
- Técnico de RRHH de mis sueños: variante de la anterior con ligeros toques esquizoides que puede causar cierto rechazo, a menos que el encargado de leer tu carta esté igual de sonado que tú, lo cual, en el gremio de los recursos humanos, es muy habitual.
- Hola Pepe, mi padre te envía recuerdos: en este tipo de carta el cuerpo de la misma es irrelevante y se puede omitir o trufar de anécdotas personales que rememoren los muchos favores que tu familia hizo a la de Pepe.
- Carabirurí, Carabirurá, yo no sé qué tiene que tu trabajo me gusta más.
- be’nal fuck vIneH: esta fórmula requiere de un trabajo previo de investigación y que el destinatario sea aficionado a Star Trek, cosa común.
- ¿Cover letter? ¿Para reponedor en el Mercadona? ¡Mercadona!
- Cambia tu nombre por el de Froilán. Consigue una hoja con un sello real, aunque sea de la casa de Wakanda, nadie los distingue, y escribe en el encabezado: Regios saludos reales. ¿Que por qué Froilán? Es el único que seguro que se verá obligado a trabajar. Cualquier otro nombre no tendría credibilidad.
- V.I.T.R.I.O.L.: El trabajo será tuyo aunque envíes tu curriculum en una loncha de mortadela.
- Introduce un billete de 500 euros en el sobre y olvídate de todo lo demás. Es lo más seguro.
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