Hace más de dos décadas que llevo, casi, al día, una bitácora personal en la que dejo constancia de los aconteceres de la jornada, los relatos que escribo, las ideas que se me ocurren o las reseñas de los productos culturales que consumo. Comencé en 1999 y en aquellos tiempos, por ser rápido y sencillo, y porque solo tenía a mano un vetusto ordenador con una disquetera de 3 1/4, escribía en un simple archivo de texto.
Con la llegada de Internet, el hipertexto y un flamante Pentium II me planteé usar algo más elaborado, funcional y privado, pues hasta ese momento, cualquiera podía abrir mi diario, si lo encontraba, y descubrir que me gustaba la Pili, vecina del cuarto. Que no era el caso, por si Pili, por un casual, termina leyendo esto.
Tras probar diversas soluciones, me decidí por Wordpress, un gestor de contenido que necesita menos presentación que Baltasar en Cortylandia, movido por la fiebre de los blogs que azotó la primera década de este siglo. Se abrió todo un mundo de posibilidades: añadir fotos, escoger categorías según el tipo de texto que escribiera… Y todo iba bien hasta que mi ordenador murió. Me compré un portátil y tras meditar si abrir una nueva etapa del diario y empezar de cero, decidí continuar con el que ya acumulaba 20 años de experiencias.
Como todo el que haya usado Wordpress sabrá, este no corre simplemente haciendo doble clic en un archivo “index.html” como cualquier página web de hace décadas, sino que está escrito en PHP y necesita de una base de datos donde atesorar la información. Es por eso que tenía un servidor local en mi ordenador. Mi opción favorita siempre fue WAMP, cuya sencillez nunca me dio problemas, pero por aquello de probar nuevas experiencias probé a instalar en mi nueva máquina Xampp, todo un dechado de originalidad a la hora de bautizar el software. La verdad es que el funcionamiento es bastante similar salvo un par de detalles. Lo complicado venía a la hora de instalar mi Diario. No bastaba con copiar el directorio de la vieja máquina y pegarlo en el nuevo, obviamente, como si ocurre con DokuWiki, otro CMS que uso como "Base de datos" de conocimientos. Intenté usar la herramienta integrada de Exportación que trae el CMS pero no exportaba ni imágenes, ni tema, ni plugins, solo las entradas y las páginas.
La salvación vino de la mano del plugin: Duplicator, que aunque tiene una versión de pago, la gratuita hará el trabajo sin problemas. Lo instalé en el Wordpress del viejo servidor y cree el paquete que juntaría todos los datos que quería transportar. Una ver terminado el proceso, crea dos archivos, uno zip con los datos y otro php para instalarlos.
Con estos dos archivos me fui al PC nuevo y los pegué en la carpeta correspondiente del servidor local, introduje en el navegador la ruta al archivo instalador y… primera desilusión. El servidor carecía de dos librerías para descomprimir archivos así que debía buscar otra solución.
Cree un directorio con el nombre de mi diario y descomprimí el archivo zip dentro. Metí también el instalador y, esta vez sí, tras introducir la ruta en el navegador apareció ante mí el menú de restauración. Rellené los datos de la base de datos donde se iba a volcar la información, la cual había creado previamente, junto con un usuario con los privilegios necesarios, y tras 20 minutos, ya tenía mi diario de nuevo en pie, listo para escribir nuevas aventuras, como cuando migré mi diario en Wordpress de un servidor local a otro PC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta lo que quieras