El mundo de hoy día exige una rapidez que puede poner en apuros hasta al escritor más puntilloso. Todo tiene que estar para ayer, y en cuestión de noticias, antes aún. Es por eso que no es raro encontrar todo tipo de faltas de ortografía en las cabeceras digitales de la prensa escrita.
Quiero dejar clara una cosa, no culpo a los redactores pues no conozco sus circunstancias y es más que probable que cobren cuatro duros mal contados por escribir decenas de artículos al día; esto, como casi todo, es responsabilidad de los jefazos de siempre, de los de puro en boca y cuenta de resultados en rojo a fin de mes, que prefieren ahorrar dinero a tener un producto sin tacha, reflejo de los más altos valores periodísticos; pero estos yacen olvidados en las cavernas de la civilización, pues su público hace mucho que salió a disfrutar de un jardín del edén virtual donde nada más importa, solo un chute de placer que debe administrarse cada vez con mayor frecuencia so pena de caer al suelo, derribados por el peso de la realidad.
Resulta, en cualquier caso, descorazonador que un representante del cuarto poder, que debe servir de contrapeso a los tres restantes y defender así nuestros derechos y libertades, muestre reiteradas faltas de ortografía, ya sea producto de la premura o de la estulticia. Los protagonistas de los gazapos de hoy son El Norte de Castilla y Tribuna Valladolid, por el simple hecho de que son los que más me muestra Facebook.
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