Reflexiones sobre Youtube

Nadie duda de que Youtube es una plataforma ideal para encontrar información visual sobre casi cualquier tema, pero tampoco se puede negar que se pierde mucho el tiempo en ella. Pese a sus bondades educativas, hay algo que la mayor parte de los creadores de contenido de la aplicación no tienen en cuenta: el tiempo del espectador es oro. Si yo busco un vídeo sobre cómo solucionar un fallo con mi tarjeta de sonido, lo último que quiero es ver su cara mientras intenta venderme un servicio de cashback.

Cegados por las normas que dictan las tablas de la ley del éxito audiovisual, se centran en hacer vídeos larguísimos con un amplio porcentaje de relleno. Así, se llegan a ver aberraciones como intros de 1 minuto en vídeos que duran 8 y laberintos dialécticos vacuos que lo único que buscan es alargar la extensión de la pieza para que el algoritmo de Youtube les beneficie. Se corre el riesgo, y muchas veces sucede, de que el mensaje se pierda entre los saludos iniciales, la recomendación de que se suscriban al canal o la publicidad de tal o cual marca.

Recomendaría que solo se usaran intros largas en vídeos de más de media hora. En los más cortos,  una imagen bastaría para introducir la sección o el tema a tratar. De lo contrario, dios no lo quiera, habrá que volver a los libros cuando queramos una respuesta rápida a nuestras dudas. Porque desde que se alzaron las hordas SEO sobre las cenizas de la web 2.0, las páginas web adolecen de problemas similares.

En general se trata de una cuestión de dinero. En el principio la gente publicaba sobre lo que sabía por amor al arte, por amor a su disciplina o por vanidad, pero nunca por dinero. Eso llegó después y con ello, el ansia por el clic por encima de la claridad. Ahí comenzó el fin de Internet.
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