Si durante un fin de semana decidimos visitar el pintoresco pueblo de Cabezón de Pisuerga, a escasos quince minutos en coche de la capital vallisoletana, podremos disfrutar de su puente románico sobre las aguas del Pisuerga, el calor de sus gentes y una de las rutas más duras de toda la comarca, la de la Senda de los Cortados.
Comenzamos en la calle Puerta de la Era, en cuyos alrededores, dependiendo siempre de la afluencia de gente, no tendremos dificultad para aparcar. Tras atravesar las bodegas, fuimos a parar al inicio de la travesía.
Nosotros la comenzamos saliendo de la calle Altamira. Si se busca información, el senderista podrá comprobar que está establecido como canónico el tomar la senda norte subiendo el cerro de prehistórico nombre, cosa que desconocía en el momento en que decidí girar a la izquierda y rodearlo, haciendo el recorrido en sentido contrario. Claro que tratándose de una ruta circular, esta elección es como escoger equipo de fútbol, lo ideal para no sufrir mucho sería apoyar al Barça o al Madrid, pero con cualquier otro se disfruta más o menos igual.
El caso es que el sendero que comenzamos a transitar era bastante estrecho en sus inicios, con pendientes pronunciadas a un lado y un muro insalvable al otro, lo cual lo hace problemático porque suele estar frecuentado por ciclistas o personas que vuelven en dirección contraria. Esta primera parte es la más fresca puesto que está cubierta por los frondosos árboles que se yerguen a lo largo de la ladera de la montaña y que de vez en cuando nos dejan disfrutar de una panorámica de la ciudad y los terrenos adyacentes.
Pronto abandonamos el bosque y nos encontramos con un cartel que nos anunciaba dos kilómetros y medio más de sufrimiento por delante. ¡Y qué sufrimiento!
Pues si hasta el momento cualquiera puede recorrer sin problemas esta senda, cuando llegamos a una rampa casi vertical cuya foto no hace justicia a la pendiente tan pronunciada, niños y personas provectas quedan descartados. A ello se le sumaba que el piso estaba ligeramente embarrado, y si no llega a ser por los escales naturales que jalonan la cuesta, hubiera sido imposible bajar por allí sin probar el amargo sabor del suelo.
Habiendo superado, con diferencia, el tramo más duro de la etapa, solo nos quedaba un agradable paseo a la sombra del páramo de Valdecastro, a cuyos pies pueden observarse un par de coches aplastados por la fuerza de la gravedad que, imagino, fueron lanzados desde lo alto del monte, donde fuimos a parar tras una subida agradable bajo el sol de la mañana y tras haber atravesado distintos cultivos.
Al final de esta subida, una barrera impide que vehículos de motor accedan a la meseta para evitar, supongo, que la zona se convierta en un desguace improvisado y de paso hacer más segura la ruta para los senderistas.
La recompensa por nuestros esfuerzos serán unas bonitas vistas de la llanura castellana, siendo un lugar perfecto para hacer fotos y avituallarse con lo que llevemos en la mochila.
Diversos caminos surgen de este punto, aunque lo ideal es continuar con el itinerario oficial, lo que nos llevará a una montaña rusa de subidas y bajadas que pondrán a prueba las rodillas de los atletas más esforzados.
Tras subir, y bajar, un par de pendientes, decidimos tomar uno de los atajos y volver a la encrucijada de caminos que habíamos pasado con anterioridad, cercana al punto de salida. Al irnos, comprobamos que justo tras pasar el puente se inicia otra ruta, más liviana, donde es posible dejar el coche. Quizá la próxima ocasión la probemos.
- Hacer la ruta inversa te evita encontrarte con mucha gente. Si vas muy temprano no encontrarás demasiados senderistas pero a medida que pasan las horas su número aumenta y no es agradable tener que estar quitando y poniendo la mascarilla cuando te cruzas con alguien.
- En el tramo inicial / final, puede que tengas algo de frío. El resto del camino no hay sombra que te proteja del sol. Dependiendo de la época del año esto puede ser problemático.
- La pendiente de la muerte os hará decidir cómo enfocar la ruta, dependiendo de si queréis subirla o bajarla. Hay quien ha tenido que subirla prácticamente a gatas.
- Hay multitud de caminos optativos para haceros vuestra ruta a medida.
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