Cinco meses lleva lloviendo. Día a día, sin perdonarse ninguno.
Cinco meses lleva lloviendo. Anegando sus mejillas, impidiendo que su corazón se seque.
Cinco meses lleva lloviendo. Bajo las estrellas o bajo el firme techo.
Cinco meses lleva lloviendo. Y no hay paraguas que le proteja del aguacero salado que día a día, sin tiempo ni medida, cae sobre su alma herida, causándole gran tormento.
Cinco meses lleva lloviendo. Y el sol no brilla más. No volverá a hacerlo.
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